martes, 26 de enero de 2016

Recuerdos




María se despertó muy pronto. Era otro día, todo era nuevo para ella (nueva ciudad, nuevo piso...).

Salió a la calle porque le apetecía desayunar fuera de casa; entonces, entró en una cafetería. Observó que, antes de haber pedido la carta, la sonriente camarera le trajo el desayuno que tanto le gustaba. ¿Cómo pudo acertar?

Al finalizar, abandonó el establecimiento, y decidió ir a dar una vuelta para conocer mejor esa preciosa ciudad. Fue aquí cuando María se quedó realmente sorprendida por el nivel de simpatía de aquellos ciudadanos; ya que la mayoría le saludaban, y unos pocos se pararon a hablar con ella (los cuales ya sabían su nombre). Amablemente, la invitaron a comer, y ella accedió. Desde ese momento, María quiso permanecer en aquella ciudad para siempre; ya que todo le parecía maravilloso.

Las horas pasaban, ya la noche llegó sin que se dieran cuenta; por ello, acompañaron a la señora a casa. Fue entonces, cuando al entrar al piso, María vio una sombra en su interior. El hombre se acercó hasta ella, y le tendió un bote de pastillas mientras le decía: "te he echado de menos cariño". En la etiqueta del bote se podía leer "Arizept" . Eran las pastillas para su alzheimer.

Teresa Idiáquez. 1ª Bachillerato C

lunes, 25 de enero de 2016

59 vidas

Sí, han leído bien. 59 han sido las vidas arrebatadas en lo que llevamos de este año 2015 por parte de violentos y descerebrados animales. 59 casos que no han tenido la repercusión mediática que recibió el último fichaje del Barça o la última majadería de Belén Esteban. 59 barbaries que dejan a la vista el poso machista de épocas pasadas que nuestra sociedad no ha sabido (o no ha querido) superar. Está más que claro que este tema no es una de las prioridades de los de arriba y por ello somos nosotros los que vamos a tener que poner fin a dicha vejación.

Esta cifra contrasta con la tendencia de descenso que llevábamos tomando en los últimos años, pues ya hemos superado el número de asesinatos que ocurrieron el año pasado en nuestro país (57). Algunos afirman que este aumento se da a causa de la actual crisis económica, que deja a muchas familias en situaciones extremas que conllevan al maltrato. Otros, sin embargo, apelan directamente y sin vergüenza alguna a que las mujeres son las culpables de que sean, por ejemplo, violadas porque según ellos “van provocando”. Si no me creen, ahí tienen al exalcalde de Valladolid, Francisco Javier León de la Riva, que sin pudor expresa que “me da reparo entrar en un ascensor con una mujer por si ésta me busca las vueltas”. Por favor, dejémonos de estas gilipolleces. Esto es un tema serio.

Por otro lado, estamos viviendo un macabro empleo del lenguaje en algunos medios de comunicación que banalizan por completo este asunto con ciertas palabras y expresiones que, a primera vista, parecen rutinarias y usuales pero que analizándolas con un poquito de agudeza lingüística vemos que han sido seleccionadas sutilmente para la manipulación inconsciente del lector. De esta manera leemos en los titulares de los diarios “Muere una mujer de 65 años en Oviedo a manos de su pareja, que confesó el crimen en unas cartas” (Diario El Mundo 09/11/2015) que declaran que esta mujer muere, como si hubiera fallecido por una causa ajena o normal, en vez de decir que esta mujer fue asesinada. También señalan que muere “a manos de sus parejas”, una expresión que evoca a la escena en la que Blanca Nieves es portada en brazos por su príncipe, en vez de decir que ha sido asesinada por su maltratador. Además, también se hace referencia en los medios a la “violencia de género” como si la agresión se diera por las dos partes, en vez de llamarla expresamente violencia machista.

No tenemos a este tipo de círculos de poder de nuestro lado (quizás porque los presiden hombres), sin embargo debemos actuar contra estos abusos. En primer lugar, debemos informarnos, leer, escuchar, aprender, y a raíz de eso, crearnos una opinión propia y sólida. A partir de este punto, es necesario ser lo más coherente posible con uno mismo. No vale subir una foto a las redes sociales el Día de la Mujer, defendiendo los derechos y libertades de la misma y publicando un discurso feminista, si luego el resto del año eres un ferviente fan de programas como “Mujeres y hombres y viceversa”, símbolo televisivo del machismo y simplificación de las relaciones sentimentales. Soy consciente de que mantener la coherencia no es tarea fácil, dado que estamos continuamente expuestos a bombardeos de publicidad machista, pero de verdad debemos intentarlo. Para luchar contra esta sociedad, por desgracia, todavía patriarcal debemos denunciar sin vacilar ni un segundo cualquier signo o síntoma de maltrato y aconsejar a la mujer que rompa inmediatamente esa relación tan insana. Por otro lado, todavía tengo la sensación de que hay mujeres, mayoritariamente jóvenes, que se muestran pasivas ante estas ferocidades, y por eso creo que habría que hacer una fuerte labor de concienciación para la autodefensa de la mujer en estos casos. Como último punto de análisis y más importante, la educación que nos forma como personas y como sociedad es el arma fundamental para paliar este grave problema. Una enseñanza que sensibilice, y que enseñe valores a los jóvenes como la tolerancia, el respeto y la igualdad es la solución más útil.

En conclusión, cambiemos de una vez por todas, esta sociedad opresora y luchemos para que en el 2016 esas 59 vidas se reduzcan hasta la nulidad. Juntos podemos. Ni una más.

                                                                                      Jon Salvador 2º Bachillerato E

Los sirios que llegan a Europa


A día de hoy es prácticamente imposible ignorar la crisis de los refugiados y el conflicto en Siria. La guerra, la acogida de aquellos que huyen de ella y los ataques terroristas copan todas las portadas de los periódicos y los informativos a nivel mundial. Sin embargo, en ningún momento llegaron a tener repercusión en Occidente hasta que vino la sangre a nosotros. Ahora nos sentimos heridos, humillados y débiles tras ver al enemigo más cerca que nunca, en nuestro propio país. El pánico se ha apoderado de nosotros.

Este es, sin duda, el mismo pánico que hace que desconfiemos de aquellos que no buscan en nosotros más que el camino hacia una vida mejor, sin injustica, desigualdad, fanatismo, sufrimiento, terror y muerte. Nos cegamos pensando que todos aquellos que cruzan nuestras fronteras pretenden masacrar la cultura occidental, imponiendo sus creencias y costumbres. Este es el motivo por el que muchos optarían por cerrarles la puerta de la esperanza a los refugiados. Al fin y al cabo, ¿por qué querrían venir a nosotros sino?

Para contestar a esta cuestión es imprescindible analizar la base y el origen del conflicto. La ignorancia por parte de una gran mayoría de nuestra población influye directamente en su visión radical y su rechazo hacia los refugiados. La realidad es que las causantes de todo esto no son otras que la ambición y la prepotencia de las grandes potencias occidentales allá por el final de la Primera Guerra Mundial, al repartirse y dividir según sus intereses (mayormente económicos) el territorio que hoy conocemos como Oriente Próximo. El no respetar las diferencias sociales, culturales, étnicas y religiosas de la gente que habitaba allí, trajo consigo revueltas, gobiernos dictatoriales y opresores y la creación de grupos radicales al declarar independientes los países fundados. La guerra y la muerte no han cesado hasta hoy en día, momento en el que han llegado a nosotros. Ahora es cuando estamos empezando a pagar todo aquello que se hizo y se ocultó durante tanto tiempo. Hoy y solo hoy es cuando se nos revuelve la conciencia, cuando por fin despertamos, abrimos los ojos y vemos en nuestro reflejo, que el mundo no ha conocido mayor monstruo que el que una vez fuimos.

Por si fuera poco, algunos aún osan dar la espalda a aquellos cuyas vidas arruinamos hace menos de un siglo. Sospechan de estas personas que han sido maltratadas en consecuencia de lo que una vez nos atrevimos a hacer. Cargan nuestra culpa, los delitos que cometimos y las atrocidades que hoy en día vemos y vivimos a aquellos que vienen en busca de ayuda. ¿Quién es realmente el opresor y quién el oprimido? ¿Quién es el que quiere imponer su cultura y sus costumbres?


Mikel Larrañaga, 2º Bachillerato C

domingo, 24 de enero de 2016

Nada más que tiempo



   
Si no intentaba hacer algo, me convertiría pronto en la próxima víctima. Este era el sentimiento que tenía habitualmente hasta hace poco. Siempre me ha preocupado qué hacer; no perder el tiempo ha sido una prioridad, por no decir una obsesión. No me gustaba ver pasar el tiempo; la idea de que, por ejemplo, se acabaran las vacaciones, era una auténtica agonía; por eso siempre intentaba hacer algo.

El tiempo es un elemento fundamental de nuestra existencia; siempre está ahí, siempre ha estado y siempre estará. Ya desde tiempos de Aristóteles se hablaba del espacio y el tiempo, y es que forma parte de todo. Si algo no hubiera pasado en el momento justo, todo lo que le sucedió y le sucederá se habría visto afectado. Hace poco pensé que si mis padres se hubieran conocido tan sólo 10 minutos antes o después, mi propia existencia y por consiguiente la de esta redacción se habrían visto alteradas; 8 388 608 son las combinaciones posibles a la hora de formar un gameto, y si todo hubiera ocurrido un poco más tarde, lo más probable es que yo no hubiera nacido tal y como soy.

Nos asusta envejecer, enfrentarnos a algo que hemos estado evitando, ver pasar un momento irrepetible, morir…, resumiendo, ser víctimas del tiempo. Podemos ponerle nombres en función de los días, los meses, las horas… pero el tiempo no se detiene; por eso, lo mejor será asumir que no podemos hacer nada para enfrentarnos a él. Algún día seremos sus víctimas inevitablemente, o eso he pensado hoy cuando he visto reírse a mi abuela mientras decía “genial, si es que ya estamos todos colocados en fila india”, al enterarse de que había muerto otro conocido.

Iñigo Ugalde, 4ºESO E

jueves, 14 de enero de 2016

La aventura y la vida


Siempre he pensado que, si hay algo peligroso para la personas, es sentirse atrapado en la rutina. Despertare cada día y sentirte igual, ver tu vida pasar sin sorpresas...¿No te suena familiar?

En mi opinión los deportes de riesgo sirven para romper esa monotonía, porque tirarse de un puente no es precisamente el pan de cada día. Ese sudor frío que te recorre todo el cuerpo como un calambre, ese subidón de adrenalina y esa satisfacción personal de saber que lo has logrado; todas y cada una de esas sensaciones merecen ser vividas por todos al menos una vez.

Otra gran ventaja que le veo a la práctica de estos deportes es que, al realizarse al aire libre, te permiten estar en contacto con la naturaleza. Aunque esto es aplicable a la mayoría de los deportes, los de riesgo no suelen precisar de grandes estadios o instalaciones y por ello, se hacen en lugares más bien alejados de las ciudades. Además hay una gran comunidad de personas que comparten esta afición y es habitual en ellos organizar viajes conjuntos a lugares exóticos y maravillosos, que de otra manera no conocerías.

El motivo por el que la mayoría no se aventuran a probar deportes de riego es por miedo a los accidentes. Ante esto solo puedo aconsejar precaución y prudencia. Si vas a empezar a practicar cualquier deporte tienes que asegurarte de tener un buen material y de realizarlo con ayuda profesional, y sobre todo, realizarlo progresivamente. Esto último lo sé por experiencia, ya que cuando tenía siete años, a los cinco días de empezar a esquiar me creía toda una profesional y me tiré por una pista que no era de mi nivel; el resultado fue penoso: me choqué contra una valla y me llevaron al hospital.

Si actúas con cabeza y cautela, la mayoría de los deportes que llaman extremos no son más peligrosos que muchas de nuestras acciones cotidianas. Un ejemplo de esto es el paracaidismo, que numerosos estudios afirman ser más seguro que caerse de una escalera: una de cada 75.000 personas que se tiran con un paracaídas mueren, mientras que una de cada 20.000 lo hacen por caerse de una escalera.

Para finalizar me gustaría enfatizar el hecho de que practicar cualquiera de estos deportes debe ser tu elección. Si te metes en cualquiera de estas aventuras solo por encajar o porque algún conocido te incita a ello, puede que en el momento de la verdad seas presa del pánico y no sepas reaccionar, lo cual es el motivo principal de los accidentes. En el caso de que sea un deporte que te han advertido que no realices o es en un lugar peligroso , ten en cuenta que es tu responsabilidad y no culpes a otra persona de tus acciones. Si vas a tirarte desde un helicóptero sin paracaídas y solo con un traje para planear, no digas que no te advirtieron cuando te pegues la torta de tu vida.

En resumen, yo os animo a salir de vuestra zona de confort y experimentar estas aventuras, porque los momentos únicos son los que se recuerdan toda la vida. Esos momentos que nos hacen sentir vivos.

Paula Ampudia, 2º Bachillerato D




¿Qué me deparará el futuro?



   Me levanto y voy al colegio, atiendo a las clases, presto atención y llego a casa para hacer los deberes de ese día o estudiar lo que nos han explicado. Así día a día, y es que soy una alumna de segundo de bachillerato que está a las puertas de la universidad. Cada examen, cada nota cuenta para mi futuro (como todos dicen). De lo que haga ahora va a depender lo que estudie y la carrera que elija. Pero yo me pregunto, ¿qué me espera en el futuro?

Nos pasamos 18 años de nuestras vidas en el colegio, aprendemos a leer, a escribir, a operar, curso a curso los conocimientos que vamos adquiriendo son más complicados y sabemos más cosas. Y llegan los dos últimos años, y nos toca darlo todo; empezamos a tomar las primeras decisiones que van a dirigir nuestro futuro. Luchamos cada décima, presentamos todos los trabajos optativos. Y tras pasar estos dos horribles años de trabajo y esfuerzo y hacer la selectividad, sentimos que nos hemos quitado un peso de encima. Pero ahora empieza lo bueno.

Las carreras, o “grados” como se dice ahora, duran ahora 4 años, siempre que no elijas ni farmacia ni medicina, y a eso debes añadirle el máster que quieras hacer para darle a tus estudios ese toque distintivo del que todos hablan. Es decir, que, tras aproximadamente 23 o 24 años estudiando, si todo va bien, estás preparado para sumergirte en el mundo laboral.

Somos la generación que mejor preparada ha estado en la Historia ,y sin embargo, pasados estos 23 años, salimos ansiosos al mundo laboral para el que tanto tiempo nos habíamos preparado, para descubrir que vamos a ser un número más en la lista del paro.

Pero un buen día recibimos una llamada para trabajar en el bar de la esquina, un mes, cobrando un sueldo mínimo y trabajando muchas más horas de lo normal. Y aceptamos, porque pese a que nuestros estudios sean de ingeniería biomédica, bioquímica, derecho, magisterio, la necesidad de trabajar y hacer algo nos supera. Aunque hay una minoría afortunada que puede encontrar trabajo en lo suyo, para 3 meses y en condiciones peores de las debidas.

Así es que hoy tristemente vivimos una coyuntura en la que tenemos médicos ejerciendo de taxistas, ingenieros arreglando bombillas… Y esto si tenemos suerte, porque por desgracia los jóvenes vemos nuestro futuro lejos de nuestro país y nuestra casa. Y puede que tal vez tengamos a los mejores médicos entre nuestras aulas, o a los mejores abogados, puede que en mi clase esté el futuro descubridor de la cura para el cáncer, pero por desgracia hay bastantes posibilidades de que países como Alemania disfruten de él antes que nosotros.

Todos los oficios son necesarios, y no debemos menospreciar ninguno, pero también hay que conseguir que nuestros jóvenes ejerzan la profesión para la que se han preparado, y que lo hagan aquí.

María Álvarez, 2º Bachillerato A